Acumuladores por oficio. | MRT.

"En mi hermoso país, cada vez cuesta más dar los buenos días. Cuando miro todo lo que sucede alrededor y noto los despojos que van quedando de Venezuela, ya no me pregunto que nos pasó, porque eso ya lo sé. Mi pregunta es, más bien, por qué nos convertimos en los monstruos que somos ahora y qué podemos hacer para revertir tanto daño. A veces pienso que ya no queremos echarle ganas, que la decepción, el dolor, la indiferencia y la intolerancia nos ganaron la partida, pero algo dentro de mí, quizá esa chispa divina que todos tenemos pero que nos empeñamos en escupir para que se apague, me dice que sí podemos, no sólo ser los de antes de tanta basura, sino hasta mejores.

Ahorita parecemos acumuladores de oficio: mientras unos acumulan poder, dinero y descaro, otros acumulamos indignación, tristeza e impotencia; muchos acumulan pobreza material y sufrimientos por sus pérdidas y otros tantos (los peores, diría yo), acumulan pobreza de alma, odio y maldad.

Hoy amanecimos con la noticia de la muerte de uno de los más detestables dictadores comunistas de Latinoamérica. Fidel Castro sucumbió a sus 90 años, ante el único destino seguro que tenemos los humanos... Pero, qué muere con él? De ese nefasto legado que construyó durante más de 50 años, ¿qué se va? Solo el par de botas que no le calzan a otro, pero la horma quedó.

Fue tan grande ese cáncer vestido de verde, que hasta aquí llegó. Fue tan devastador su efecto, que China se recupera mas rápido de un tsunami, que nosotros de semejante mal.

¿Qué ganamos los venezolanos con esa baja? Absolutamente nada. Si no tuvimos el suficiente guáramo para impedir semejante invasión tan absurda que nos ha comido durante 18 años, ¿qué nos toca? Salir a defender lo poco que nos queda, para que esos 18 no se conviertan en más de 50...

¿Donde están los que acumulan ganas, optimismo, fe, amor y decencia para dar a manos llenas? ¿Fuera del país? No creo.

Los que estamos aquí, viviendo días tan difíciles en medio de tanta incertidumbre y tanto dolor, deberíamos, por un mínimo respeto a la tierra que nos vio nacer, encender esa chispa... Quienes merecen un mejor país, no son precisamente los que lo han destruido. Aquí, los que abren sus ojos al mundo por primera vez, y los jóvenes que aun tienen la mirada limpia puesta en un horizonte lleno de infinitas posibilidades, son los que merecen que nosotros mantengamos encendida esa llama. Yo quiero dejarle a mis hijos un país que sea como el símbolo de un pebetero... Una chispa que crece, se convierte en llama y nunca se apaga... Y esa flama debe representar el amor y la pasión con la que vamos a reconstruir a mi Venezuela. Yo quiero hacerlo. ¿Y tú?

Comencemos desde ahorita, sin lamentar lo que ya no se hizo... El tiempo es ahora. De aquí en adelante.

Que Lucifer se queme en la llama eterna con Fidel o que compartan la misma paila, es asunto de ellos. Espero que sea lo suficientemente grande para los que faltan por llegar al sótano."

-MRT.

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