No es necesario vivir en Venezuela mucho tiempo para sufrir y padecer de la miseria que nos arropa diariamente, ya que en tan sólo 2 días te das cuenta que:
1: No hay internet, CANTV NO SIRVE. Tratas de navegar con megas y tampoco puedes hacerlo con Movistar, ni Digitel, ya que, aparte que no brindan un buen servicio, no le puedes meter un plan a tu celular porque no tienes plata para eso.
2: Va pasando el día, y no has comido. Vas a la cocina a ver que te preparas, y no tienes ni siquiera un paquete de Harina Pan para hacerte una piazo e´ arepa, sin mantequilla, jamón y queso. Por ende, si no tienes real para pagarte la renta de tu celular y estar comunicado, tampoco tienes real para comprarle a un bachaquero en el terminal, el paquete de harina que te hace falta en la alacena a 2500 bs.
3: Frustrado, sin poderte matar el hambre, sales de tu casa a distraerte un poco, a caminar y olvidar que las tripas te están sonando, y te consigues a un vecino. Lo saludas con mucha cortesía, y con una sonrisa de oreja a oreja te pregunta: Pana tu si tas' flaco, ¿estás haciendo la dieta de Lorenzo? Delicadamente, le mentas la madre internamente, y amablemente y extrañado le contestas: ¿La dieta de Lorenzo? Y allí tu lindo y enchufado vecino te empieza a meter labia de sus cochinas y no merecidas comodidades, y después de escucharle que a Venezuela no le afecta que el dólar aumente y aumente porque el venezolano no compra con dólares sino con bolívares, te das media vuelta y te largas.
4: Indignado, caminas un poco más, y por suerte, te das cuenta que te tienes que devolver a tu casa porque hay un par de malandros en la esquina, y llegas con el corazón en la boca agradeciéndole a Dios que no te robaron y no te mataron por el celular que de paso, vuelvo y repito, no tiene plan.
Buscas una vela, un fósforo, y te vas a un rincón, te sientas en posición fetal y comienzas a llorar desconsoladamente porque en el fondo, apartando la mala situación económica, la culpa de todo esto lo tiene el mismo venezolano. Su conformismo y comodidad hacen, que nada valga nada.
Te acuestas. Ya son las 3 de la mañana, te das un baño con jabón azul porque no hay champú ni jabón de tocador, y te vas a hacer cola para comprarte el paquetico de harina. Se te acerca un militar, te marca en la muñeca que eres el número 358 en la cola de quienes no les han recogido la cédula para comprar como si fueras ganado.
Pasas mínimo 8 horas allí, deshidratándote, insolándote y con hambre porque no has comido desde el día anterior, y se empieza a correr el rumor entre la gente que solo queda jabón en polvo, y la platica que te habías llevado no alcanza para comprártelo y justificar el tiempo perdido allí...
Lo peor de todo, es que este relato es una cuarta parte de lo que se padece día a día en Venezuela. Esto no es nada.
Para estar más que claros en la realidad.
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