Una crítica a la educación (segunda parte). - Chamos Venezolanos | Blog Oficial

NUEVO

Canal de ChamosVe

Canal de ChamosVe
Canal Oficial de Chamos Venezolanos

martes, 31 de octubre de 2017

Una crítica a la educación (segunda parte).

“La búsqueda de la verdad es un viaje de la soledad a la soledad”

Osho
-------------

Ahora continuemos profundizando en un terreno que, a mí, particularmente, me gusta pisar y analizar, sobre todo porque es en ese espacio donde se construye la base del desarrollo sustentable de una sociedad fortificada. La educación o, mejor dicho, el sistema educativo, es una paradoja cuyas contradicciones no se suprimen, por el contrario, se hacen más notorias con el tiempo. Te sonará muy familiar cuando, en este texto, leas que “la educación sigue siendo la misma de hace unos añales.” ¿Recordaste? Muchos amantes de la cátedra han colocado esa frase en un pedestal, para que todos puedan admirarla e internalizar lo que les quede de ella, y esa es la intención de este capítulo que, como habrás notado, comenzó desde la raíz.

Hablemos de lo que ocupa hoy día.

Numerosos representantes de la música urbana conocida como el Hip Hop –más concretamente el rap- han criticado el sistema en líneas muy generales. Líricas y métricas de palabrerías que, en la mayoría de sus veces, además de acertadas son crudas en cuanto al lenguaje. Encontraron en el género un medio para hacer llegar a la gente un mensaje distinto al común, donde se refleje el frente que se le hace hoy día al modelo impuesto, tanto en la educación como en la economía, la política y cualquier ámbito sistematizado.

            Entonces, ¿es la educación culpable de las circunstancias de hoy día?



Lo es, en la mayoría de las veces, y de ello no hay duda. El modelo educativo te prepara para dos fines: ser empleado y vivir a fuerza de pan*. Ningún liceo o escuela te motiva a pensar como un empresario, a ver más allá de tus propias capacidades. Ninguna institución te dice que puedes ser un dueño de cadenas panaderas si te lo propones. Creo que, incluso desde casa te preparan psicológicamente para que trabajes en la compañía de otro. Bien dice un célebre libro de la famosa franquicia Rich Dad (Padre Rico): “Por eso hay tantos padres que dicen a sus hijos: ‘Ve a la escuela para que puedas conseguir un buen trabajo.’ Nunca he escuchado a ningún padre decir: ‘Ve a la escuela para convertirte en empresario.’”

Con el fragmento anterior, no sólo se hace hincapié en el apartado del desarrollo laboral de las personas, sino en cómo te limita el sistema educativo actualmente. El dichoso modelo de hoy día te valora como lo haría cualquier vendedor de alimentos por peso; te colocan sobre una balanza y pulsan un precio determinado para saber cuánto vale. Lo mismo hace la educación contigo. Si no cumples los requisitos que te pide la educación, básicamente consideran que no existes en ese ámbito, y eso está mal.

Nadie tiene las mismas capacidades que su prójimo, y eso está bien, porque la diversidad es un factor enriquecedor. De lo contrario, ¿sabes cuán monótono sería la vida e nuestro planeta? Imagínate a toda una sociedad trabajando un mismo terreno, cuando muchos de ellos pueden dedicarse a ser músicos, emprendedores e incluso comerciantes. Dudo mucho que eso sea lo que tú quieras. Me atrevo a decir que nadie con uso de razón lo quiere.

Lamentablemente, es la educación la que se niega a incluir ese principio en sus directrices. En uno de esos tantos vídeos que me consigo mientras voy haciendo scroll down en Facebook, encontré un material interesante donde la reflexión era algo que nunca antes había visto: “Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”. Cuánta razón tenía Albert Einstein, era lógico, y lo sigue siendo. Aún muchísimo tiempo después de su partida, esta cita describe exactamente lo que yo intento explicarte a través de cada uno de estos párrafos. El sistema te induce, te obliga a que memorices cosas que probablemente no vayas a usar en tu rutina. Es como llenar una jarra con agua cuando ya está completamente llena. Llegará un punto en el que se desborda, y es allí cuando el rendimiento del alumnado baja, cuando el desinterés surge y la motivación dice adiós mientras se retira lentamente.

No estoy en contra de adquirir conocimientos generales sobre cosas esenciales como la historia de tu nación. Tampoco pretendo criticar lo que se aprende de matemáticas, no me tomes a mal. En lo que sí estoy en desacuerdo, es en la focalización de la educación en la metodología de evaluación por pruebas. “Si no sacas veinte, no serás el primero”. Estoy en contra de la monotonía, de la inducción y del lavado de cerebros que se lleva a cabo en algunas instituciones, y como no podía faltar, también me declaro rebelde ante las cátedras relacionadas con política o religión obligada. ¡Una institución no puede enseñarte ideologías! Por el contrario, una entidad educativa debe darte las herramientas para que seas tú quien decida, y es por esa razón que países como Finlandia poseen una sociedad de grandes cualidades.

No hay nada más bonito que aprender. La única manera de que no lo sea, es que se convierta en una obligación y no en una pasión. Estás leyendo las líneas de un chamo más, oriundo de Venezuela, cuyo propósito en la vida no es otro que no sea adquirir conocimiento, aprender a realizar cosas que lo motivan y crecer como empresario. Te contaré una pequeña parte de mí: desde pequeño siempre he soñado con ser quien supere a los más grandes exponentes de la tecnología de hoy día. Tengo aspiraciones, grandes como las de cualquiera, y la más importante es ser un reconocido empresario, pero, así como tengo una meta principal, también tengo otras secundarias. Nací para la informática, pero también me gustaría escribir, sacar un libro personal y aprender a tocar un instrumento. Quiero tener las mismas habilidades que muchos de mis amigos en los deportes, e incluso superarme a mí mismo, aunque en ciertas oportunidades haya dicho que no nací para ello.

Es cuestión de tiempo para entender que, aunque nazcas para un propósito, puedes cumplir todo lo que quieras siempre que te lo propongas y le coloques corazón a ello. Yo no sé cantar, de hecho, mi voz no es nada agradable, pero sé que, si estudio algo de música y le pongo empeño a la cátedra, quizá pueda mejorar, y así debería pensar el común denominador de las poblaciones. Nunca digas no poder. Esta es la filosofía que el sistema educativo no aplica. Todo lo contrario; “si raspas el examen de matemática, la materia de física y el año escolar, eres un bruto que no servirá para nada”. Te devalúan, te colocan en el estrato más bajo de tu autoestima, pero no cuestionan ni indagan sobre tus propios talentos y aspiraciones.

Conozco gente que canta y tienen el potencial de ser grandes exponentes de música en la historia de la humanidad, pero que no destacan o les cuesta aprender sobre cátedras como las de idioma. El hecho de decir que “no destacan” ya te da una idea de hacia dónde quiero llegar. La educación ya no es lo que su nombre indica; se ha convertido en una competencia. Esas personas pueden crecer y ser muy famosas aún si les sigue costando aprender idiomas distintos al nativo, pero el sistema nunca lo verá de ese modo. Siempre dirá: “allí va, la bruta que no sabe nada”, o bien, “allí va, la políglota que se cree sabelotodo

Es decepcionante ver cómo las sociedades se denigran entre sí, incluso cuando son una misma especie, y lo hacen por el hecho de que siempre habrá algo que los motive a hacerlo: estratos sociales, sistemas políticos, económicos e, irónicamente, educativos también.

Ahí no acaba el asunto. Podemos profundizar todavía un poco más; pocos son los gobiernos que invierten en la calidad educativa de sus poblados, y eso es triste, porque desconocen que el verdadero fuerte de una nación está en la sabiduría. Prefieren invertir en armamento para las guerras. Es más fácil asesinar gente que adoptarla para otorgarle educación. Decía Canserbero en sus líricas que el mundo ya se acabó, y creo que tiene razón. Sin embargo, también considero que las proezas pueden hacer que nuestro mundo renazca de sus cenizas. Cosas tan sencillas como valorar la educación, podrían ser el santo remedio para la enfermedad que nuestras poblaciones padecen, y la gente sigue negándose a verlo de esa forma.

No se trata de crear más infraestructuras educativas con los mismos salones, pizarrones, número de pupitres y maestros. Tampoco se trata de reformar el pensum estudiantil. El cambio es de fondo, no de forma. Cuando tú trasplantas una mata, la arrancas del suelo trayendo consigo su raíz y la colocas en otro huerto más fértil, para contribuir con su crecimiento. Lo mismo hay que hacer con la educación. Vamos a transformar el concepto y coloquémoslo en el mismo pedestal donde se encuentra el amor, para que vayan de la mano. Llámame loco, pero antes, continúa leyendo para explicarte.

Cuando tus padres te enseñaron a leer, a escribir, a hacer las cosas bien y a ser quien eres, lo hicieron porque te amaban. No les pagaban para ello, no tenían un título y tampoco les depositaban aguinaldos en navidad. Simplemente lo hacían por amor. Querían ver en ti el fruto de una vida prodigiosa. Sabían que, haciéndolo, construirían el mejor camino para que lo cruces y puedas ser feliz. Y así mismo debería ser en todas las instituciones. Los profesores amarán su profesión, porque de otra forma no hubiesen escogido ser lo que son. Te enseñarán con toda la disposición del mundo, pero lo más importante, es que te ayudarán a descubrir tu propia personalidad, a conocer tus habilidades y a desarrollar tu potencial. Logrando todo ello, comenzarán a tener aprecio por ti y por cada uno de los alumnos. De esa manera, la educación entonces tendrá sentido, y el resultado de ello se reflejará en la formación de personas cultas y respetuosas, amantes de la vida y protegidas por los valores humanos.

¿Te ha resultado complicado entender esta filosofía? Yo, la verdad, no lo creo. Eres un ser humano, y eso te hace inteligente. Tienes potenciales que de momento solo tú conoces, y tu meta en la vida será dejarlos florecer.

Nadie es bruto. Todo ser humano es capaz de aprender, sólo por el simple hecho de llevar en su cráneo la estructura más perfecta de la Tierra. Incluso las personas que sufren de algunas discapacidades pueden aprender, y lo han demostrado a lo largo de los años. Lo que hace diferente a las personas es que no todos aprenden de la misma forma, ni a la misma velocidad. Siempre has llamado (o te han llamado) “coco” porque completaban (o completabas) las ideas del profesor en la clase. No es porque seas o sean más inteligentes, se trata simplemente de que algunas personas poseen la capacidad retentiva un poco más desarrollada, o bien, razonan con algo más de rapidez. Y esas capacidades las puede desarrollar cualquiera. Todo está en proponérselo.

        La idea no es que memorices. El sistema quiere que lo hagas, pero tú no deberías hacerlo. Cuestiona, critica, indaga lo que creas poco fiable y genera conclusiones propias.  Con ello ejercitarás tu mente, y te será incluso más efectivo que resolver los problemarios gigantescos de matemática.


A efectos de mi filosofía, el mejor sistema educativo sólo puede estar fundamentado en el amor y en la motivación, en el desarrollo de los potenciales estudiantiles y en el pensamiento crítico. Hace unos días conversaba con mis amigos sentados frente a la cancha deportiva de mi instituto, y las conclusiones que se originaban de allí eran precisamente analogías entre una cárcel y un liceo. Aquí en Venezuela, la educación no es el fuerte de la nación. Entornos con barrotes, salones en descuido, la misma cantidad de alumnos y las mismas secciones. Personal uniformado y alumnos condicionados con un timbre, tal y como harían con los reos de una prisión. Cuando éste suena, todos bajan las escaleras con desespero, algunos se empujan y otros se dicen mil y un vulgaridades; llegó la hora de comer. Curiosamente, esa hora se convierte en el típico cruce de presos que se enfrentan entre sí, mientras algunos juegan con un frasco de agua desechado al fútbol en un rincón. Cuando el ring de la campana vuelve a hacerse presente, todos forman y cada uno, dirigidos por un docente, se dirigen nuevamente a su celda. ¿Lo ves? ¡No hay diferencias! Yo estudio en un liceo de calidad educativa, porque los profesores que allí laboran lo hacen por amor a su trabajo (en su mayoría), y los alumnos lo perciben. Por ende, responden a ese estímulo e intentan motivarse a aprender, aun cuando el sistema educativo sólo los entrena para pasar una prueba, pero no ocurre así en todas las entidades educativas.

Los profesores sólo asisten a la clase porque el día se paga. El alumno percibe eso, porque las emociones viajan en el viento como el polvo, y la motivación en él se desvirtúa. Por otra parte, en un mismo salón ingresan más de treinta alumnos, todos con aspiraciones y metas distintas, y el sistema educativo pretende que esa multitud aprenda lo mismo en las mismas horas, los mismos días con los mismos profesores en un lapso de nueve meses. De ahí que muchos jóvenes digan hoy día que son malos para ciertas cátedras. ¡Tienen razón de decirlo! Quizás los que lo manifiestan es porque nacieron para otras cosas, poseen otros intereses. ¿Qué va a hacer un chamo matándose estudiando matemática, mientras en el fondo quiere escribir libros? ¡Sólo aprenderá lo que le interesa saber! Y no es difícil entender eso. Los alumnos deberían elegir qué desean aprender en cada una de las materias. Creo que cada cátedra debe tener subniveles en la Educación Media General y Diversificada, como en las universidades, y que sean los chamos los que decidan en qué quieren focalizarse, teniendo en cuenta que por lo menos deben ver un nivel de alguna cátedra distinta a la que desean.

Si Ricardo quiere estudiar literatura para ser un gran escritor, debe ver todas las cátedras relacionadas con lo que le gusta, pero también es necesario que por lo menos asista a la clase del primer nivel de Matemática y otras ciencias, para que su cultura sea completa.

No es difícil.

Eliges lo que quieres aprender según diga tu interior. El aprendizaje por motivación siempre dará mejores resultados, y Finlandia es la muestra de ello. ¡Los alumnos no llevan tareas a sus hogares! Consideran que, cuando estudias lo que te gusta, no es necesario matarse en ello, porque todo será más fácil. Por ende, no necesitarás reforzar en casa (a menos que lo desees), y así tendrás más tiempo para compartir con tu familia.

El sistema nunca debe regirse por ideologías de igualdad mal implementadas. Nadie es igual al otro, y eso está bien. Cada uno de los individuos que asisten a la institución, lo harán por luchar y construir su camino del presente, no del futuro. El destino no está escrito porque tú eres quien lo escribe día a día, y la equidad de oportunidades no es incorrecta, pero la sociedad no ha sabido interpretarlo. Cualquiera tiene el derecho de estudiar, sin excepción alguna, pero del éxito que tengan las personas al hacerlo dependerá de ellos mismos y, por supuesto, de un sistema que pueda mejorar.

Como en cada capítulo del blog, te invito a que generes tus propias conclusiones. No repitas lo que un conjunto de páginas te diga, haz lo contrario. Critica, piensa por ti mismo e indaga lo que consideres necesario.

* Cita extraída del libro “Cambio” escrito por Osho; fuente inspiradora de este capítulo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario