martes, 31 de octubre de 2017
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Una crítica a la educación (segunda parte).
“La búsqueda de la verdad
es un viaje de la soledad a la soledad”
Osho
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Ahora continuemos profundizando en un
terreno que, a mí, particularmente, me gusta pisar y analizar, sobre todo
porque es en ese espacio donde se construye la base del desarrollo sustentable
de una sociedad fortificada. La educación o, mejor dicho, el sistema educativo,
es una paradoja cuyas contradicciones no se suprimen, por el contrario, se
hacen más notorias con el tiempo. Te sonará muy familiar cuando, en este texto,
leas que “la educación sigue siendo la misma de hace unos añales.” ¿Recordaste? Muchos amantes de la cátedra han colocado esa
frase en un pedestal, para que todos puedan admirarla e internalizar lo que les
quede de ella, y esa es la intención de este capítulo que, como habrás notado,
comenzó desde la raíz.
Hablemos de lo que ocupa hoy día.
Numerosos representantes de la música urbana
conocida como el Hip Hop –más concretamente el rap- han criticado el sistema en
líneas muy generales. Líricas y métricas de palabrerías que, en la mayoría de
sus veces, además de acertadas son crudas en cuanto al lenguaje. Encontraron en
el género un medio para hacer llegar a la gente un mensaje distinto al común,
donde se refleje el frente que se le hace hoy día al modelo impuesto, tanto en
la educación como en la economía, la política y cualquier ámbito sistematizado.
Entonces,
¿es la educación culpable de las circunstancias de hoy día?
Lo es, en la mayoría de las veces, y de
ello no hay duda. El modelo educativo te prepara para dos fines: ser empleado y
vivir a fuerza de pan*. Ningún liceo
o escuela te motiva a pensar como un empresario, a ver más allá de tus propias
capacidades. Ninguna institución te dice que puedes ser un dueño de cadenas
panaderas si te lo propones. Creo que, incluso desde casa te preparan
psicológicamente para que trabajes en la compañía de otro. Bien dice un célebre
libro de la famosa franquicia Rich Dad (Padre
Rico): “Por eso hay tantos padres que dicen a sus hijos: ‘Ve a la escuela para
que puedas conseguir un buen trabajo.’ Nunca he escuchado a ningún padre decir:
‘Ve a la escuela para convertirte en empresario.’”
Con el fragmento anterior, no sólo se hace
hincapié en el apartado del desarrollo laboral de las personas, sino en cómo te
limita el sistema educativo actualmente. El dichoso modelo de hoy día te valora
como lo haría cualquier vendedor de alimentos por peso; te colocan sobre una
balanza y pulsan un precio determinado para saber cuánto vale. Lo mismo hace la
educación contigo. Si no cumples los requisitos que te pide la educación,
básicamente consideran que no existes en ese ámbito, y eso está mal.
Nadie tiene las mismas capacidades que su
prójimo, y eso está bien, porque la diversidad es un factor enriquecedor. De lo
contrario, ¿sabes cuán monótono sería la vida e nuestro planeta? Imagínate a
toda una sociedad trabajando un mismo terreno, cuando muchos de ellos pueden
dedicarse a ser músicos, emprendedores e incluso comerciantes. Dudo mucho que
eso sea lo que tú quieras. Me atrevo a decir que nadie con uso de razón lo
quiere.
Lamentablemente, es la educación la que se
niega a incluir ese principio en sus directrices. En uno de esos tantos vídeos
que me consigo mientras voy haciendo scroll
down en Facebook, encontré un material interesante donde la reflexión era
algo que nunca antes había visto: “Todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a
un pez por su habilidad para trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que
es un inútil”. Cuánta razón tenía Albert Einstein, era lógico, y lo sigue
siendo. Aún muchísimo tiempo después de su partida, esta cita describe
exactamente lo que yo intento explicarte a través de cada uno de estos
párrafos. El sistema te induce, te obliga a que memorices cosas que
probablemente no vayas a usar en tu rutina. Es como llenar una jarra con agua
cuando ya está completamente llena. Llegará un punto en el que se desborda, y
es allí cuando el rendimiento del alumnado baja, cuando el desinterés surge y
la motivación dice adiós mientras se retira lentamente.
No estoy en contra de adquirir
conocimientos generales sobre cosas esenciales como la historia de tu nación.
Tampoco pretendo criticar lo que se aprende de matemáticas, no me tomes a mal.
En lo que sí estoy en desacuerdo, es en la focalización de la educación en la
metodología de evaluación por pruebas. “Si no sacas veinte, no serás el
primero”. Estoy en contra de la monotonía, de la inducción y del lavado de
cerebros que se lleva a cabo en algunas instituciones, y como no podía faltar,
también me declaro rebelde ante las cátedras relacionadas con política o religión
obligada. ¡Una institución no puede enseñarte ideologías! Por el contrario, una
entidad educativa debe darte las herramientas para que seas tú quien decida, y
es por esa razón que países como Finlandia poseen una sociedad de grandes
cualidades.
No hay nada más bonito que aprender. La
única manera de que no lo sea, es que se convierta en una obligación y no en
una pasión. Estás leyendo las líneas de un chamo
más, oriundo de Venezuela, cuyo propósito en la vida no es otro que no sea
adquirir conocimiento, aprender a realizar cosas que lo motivan y crecer como
empresario. Te contaré una pequeña parte de mí: desde pequeño siempre he soñado
con ser quien supere a los más grandes exponentes de la tecnología de hoy día.
Tengo aspiraciones, grandes como las de cualquiera, y la más importante es ser
un reconocido empresario, pero, así como tengo una meta principal, también
tengo otras secundarias. Nací para la informática, pero también me gustaría escribir, sacar un libro personal y aprender a tocar un instrumento. Quiero
tener las mismas habilidades que muchos de mis amigos en los deportes, e
incluso superarme a mí mismo, aunque en ciertas oportunidades haya dicho que no
nací para ello.
Es cuestión de tiempo para entender que,
aunque nazcas para un propósito, puedes cumplir todo lo que quieras siempre que
te lo propongas y le coloques corazón a ello. Yo no sé cantar, de hecho, mi voz
no es nada agradable, pero sé que, si estudio algo de música y le pongo empeño
a la cátedra, quizá pueda mejorar, y así debería pensar el común denominador de
las poblaciones. Nunca digas no poder. Esta es la filosofía que el sistema
educativo no aplica. Todo lo contrario; “si raspas el examen de matemática, la
materia de física y el año escolar, eres un bruto que no servirá para nada”. Te
devalúan, te colocan en el estrato más bajo de tu autoestima, pero no
cuestionan ni indagan sobre tus propios talentos y aspiraciones.
Conozco gente que canta y tienen el
potencial de ser grandes exponentes de música en la historia de la humanidad,
pero que no destacan o les cuesta aprender sobre cátedras como las de idioma. El
hecho de decir que “no destacan” ya te da una idea de hacia dónde quiero
llegar. La educación ya no es lo que su nombre indica; se ha convertido en una
competencia. Esas personas pueden crecer y ser muy famosas aún si les sigue
costando aprender idiomas distintos al nativo, pero el sistema nunca lo verá de
ese modo. Siempre dirá: “allí va, la bruta
que no sabe nada”, o bien, “allí va, la políglota que se cree sabelotodo”
Es decepcionante ver cómo las sociedades
se denigran entre sí, incluso cuando son una misma especie, y lo hacen por el
hecho de que siempre habrá algo que los motive a hacerlo: estratos sociales,
sistemas políticos, económicos e, irónicamente, educativos también.
Ahí no acaba el asunto. Podemos
profundizar todavía un poco más; pocos son los gobiernos que invierten en la
calidad educativa de sus poblados, y eso es triste, porque desconocen que el
verdadero fuerte de una nación está en la sabiduría. Prefieren invertir en
armamento para las guerras. Es más fácil asesinar gente que adoptarla para
otorgarle educación. Decía Canserbero en sus líricas que el mundo ya se acabó, y creo que tiene razón. Sin embargo, también
considero que las proezas pueden hacer que nuestro mundo renazca de sus
cenizas. Cosas tan sencillas como valorar la educación, podrían ser el santo
remedio para la enfermedad que nuestras poblaciones padecen, y la gente sigue
negándose a verlo de esa forma.
No se trata de crear más infraestructuras
educativas con los mismos salones, pizarrones, número de pupitres y maestros.
Tampoco se trata de reformar el pensum estudiantil. El cambio es de fondo, no
de forma. Cuando tú trasplantas una mata, la arrancas del suelo trayendo
consigo su raíz y la colocas en otro huerto más fértil, para contribuir con su
crecimiento. Lo mismo hay que hacer con la educación. Vamos a transformar el
concepto y coloquémoslo en el mismo pedestal donde se encuentra el amor, para
que vayan de la mano. Llámame loco, pero antes, continúa leyendo para
explicarte.
Cuando tus padres te enseñaron a leer, a
escribir, a hacer las cosas bien y a ser quien eres, lo hicieron porque te
amaban. No les pagaban para ello, no tenían un título y tampoco les depositaban
aguinaldos en navidad. Simplemente lo hacían por amor. Querían ver en ti el
fruto de una vida prodigiosa. Sabían que, haciéndolo, construirían el mejor
camino para que lo cruces y puedas ser feliz. Y así mismo debería ser en todas
las instituciones. Los profesores amarán su profesión, porque de otra forma no
hubiesen escogido ser lo que son. Te enseñarán con toda la disposición del
mundo, pero lo más importante, es que te ayudarán a descubrir tu propia
personalidad, a conocer tus habilidades y a desarrollar tu potencial. Logrando
todo ello, comenzarán a tener aprecio por ti y por cada uno de los alumnos. De
esa manera, la educación entonces tendrá sentido, y el resultado de ello se
reflejará en la formación de personas cultas y respetuosas, amantes de la vida
y protegidas por los valores humanos.
¿Te ha resultado complicado entender esta
filosofía? Yo, la verdad, no lo creo. Eres un ser humano, y eso te hace
inteligente. Tienes potenciales que de momento solo tú conoces, y tu meta en la
vida será dejarlos florecer.
Nadie es bruto. Todo ser humano es capaz
de aprender, sólo por el simple hecho de llevar en su cráneo la estructura más
perfecta de la Tierra. Incluso las personas que sufren de algunas
discapacidades pueden aprender, y lo han demostrado a lo largo de los años. Lo
que hace diferente a las personas es que no todos aprenden de la misma forma,
ni a la misma velocidad. Siempre has llamado (o te han llamado) “coco” porque
completaban (o completabas) las ideas del profesor en la clase. No es porque
seas o sean más inteligentes, se trata simplemente de que algunas personas poseen
la capacidad retentiva un poco más desarrollada, o bien, razonan con algo más
de rapidez. Y esas capacidades las puede desarrollar cualquiera. Todo está en
proponérselo.
La
idea no es que memorices. El sistema quiere que lo hagas, pero tú no deberías
hacerlo. Cuestiona, critica, indaga lo que creas poco fiable y genera
conclusiones propias. Con ello
ejercitarás tu mente, y te será incluso más efectivo que resolver los
problemarios gigantescos de matemática.
A efectos de mi filosofía, el mejor
sistema educativo sólo puede estar fundamentado en el amor y en la motivación,
en el desarrollo de los potenciales estudiantiles y en el pensamiento crítico.
Hace unos días conversaba con mis amigos sentados frente a la cancha deportiva
de mi instituto, y las conclusiones que se originaban de allí eran precisamente
analogías entre una cárcel y un liceo. Aquí en Venezuela, la educación no es el
fuerte de la nación. Entornos con barrotes, salones en descuido, la misma
cantidad de alumnos y las mismas secciones. Personal uniformado y alumnos
condicionados con un timbre, tal y como harían con los reos de una prisión.
Cuando éste suena, todos bajan las escaleras con desespero, algunos se empujan
y otros se dicen mil y un vulgaridades; llegó la hora de comer. Curiosamente,
esa hora se convierte en el típico cruce de presos que se enfrentan entre sí,
mientras algunos juegan con un frasco de agua desechado al fútbol en un rincón.
Cuando el ring de la campana vuelve a
hacerse presente, todos forman y cada uno, dirigidos por un docente, se dirigen
nuevamente a su celda. ¿Lo ves? ¡No
hay diferencias! Yo estudio en un liceo de calidad educativa, porque los
profesores que allí laboran lo hacen por amor a su trabajo (en su mayoría), y
los alumnos lo perciben. Por ende, responden a ese estímulo e intentan
motivarse a aprender, aun cuando el sistema educativo sólo los entrena para
pasar una prueba, pero no ocurre así en todas las entidades educativas.
Los profesores sólo asisten a la clase
porque el día se paga. El alumno percibe eso, porque las emociones viajan en el
viento como el polvo, y la motivación en él se desvirtúa. Por otra parte, en un
mismo salón ingresan más de treinta alumnos, todos con aspiraciones y metas
distintas, y el sistema educativo pretende que esa multitud aprenda lo mismo en
las mismas horas, los mismos días con los mismos profesores en un lapso de
nueve meses. De ahí que muchos jóvenes digan hoy día que son malos para ciertas
cátedras. ¡Tienen razón de decirlo! Quizás los que lo manifiestan es porque
nacieron para otras cosas, poseen otros intereses. ¿Qué va a hacer un chamo matándose estudiando matemática,
mientras en el fondo quiere escribir libros? ¡Sólo aprenderá lo que le interesa
saber! Y no es difícil entender eso. Los alumnos deberían elegir qué desean
aprender en cada una de las materias. Creo que cada cátedra debe tener
subniveles en la Educación Media General y Diversificada, como en las
universidades, y que sean los chamos
los que decidan en qué quieren focalizarse, teniendo en cuenta que por lo menos
deben ver un nivel de alguna cátedra distinta a la que desean.
Si
Ricardo quiere estudiar literatura para ser un gran escritor, debe ver todas
las cátedras relacionadas con lo que le gusta, pero también es necesario que
por lo menos asista a la clase del primer nivel de Matemática y otras ciencias,
para que su cultura sea completa.
No es difícil.
Eliges lo que quieres aprender según diga
tu interior. El aprendizaje por motivación siempre dará mejores resultados, y
Finlandia es la muestra de ello. ¡Los alumnos no llevan tareas a sus hogares!
Consideran que, cuando estudias lo que te gusta, no es necesario matarse en
ello, porque todo será más fácil. Por ende, no necesitarás reforzar en casa (a
menos que lo desees), y así tendrás más tiempo para compartir con tu familia.
El sistema nunca debe regirse por
ideologías de igualdad mal implementadas. Nadie es igual al otro, y eso está bien.
Cada uno de los individuos que asisten a la institución, lo harán por luchar y
construir su camino del presente, no del futuro. El destino no está escrito
porque tú eres quien lo escribe día a día, y la equidad de oportunidades no es
incorrecta, pero la sociedad no ha sabido interpretarlo. Cualquiera tiene el
derecho de estudiar, sin excepción alguna, pero del éxito que tengan las
personas al hacerlo dependerá de ellos mismos y, por supuesto, de un sistema
que pueda mejorar.
Como en cada capítulo del blog, te invito
a que generes tus propias conclusiones. No repitas lo que un conjunto de
páginas te diga, haz lo contrario. Critica, piensa por ti mismo e indaga lo que
consideres necesario.
* Cita extraída del libro “Cambio” escrito por Osho; fuente inspiradora
de este capítulo.
Sobre Unknown
Surge como un movimiento social en pro del rescate de ideas que ayuden al renacimiento de un pueblo cuyas conciencias se han desvanecido con el pasar del tiempo; busca entre los espacios vacíos más ignorados un tesoro invaluable, desconocido para muchos y acuñado por otros: la libertad de expresión.
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