Me han quitado mi niñez.
Me han quitado la posibilidad
de sentir lo que es realmente tener todo un camino de vida por delante. Me
robaron la sonrisa de mis despertares. Me arrebataron los buenos momentos de
almuerzo y colocaron en su lugar tópicos políticos. Me quitaron el derecho de
celebrar los pequeños logros junto a los amigos, y poco a poco se van
aproximando a la supresión de mi sueño de crecimiento dentro del país que me
vio nacer. Me hacen sentir preso bajo el concepto de libertad que ellos han tergiversado
a su favor.
Suben los números y sube la
pobreza, la desesperación, el estrés, la depresión y las ganas de huir.
Mientras más ceros tenga la cifra, más hundidos estamos, pero lo curioso de
esto es que la sociedad venezolana contribuye con el hundimiento echándole agua
a la situación. Soñaba con estudiar y ahora sueño con hacer dinero para ayudar a
mi familia, a tan solo 17 años de vida recorridos. ¿Mi motivo para sonreír?
Dios, porque Él es la razón del todo, de mi vivir y de tener a mi familia sana,
completa y a mi lado. Del resto, no encuentro un argumento lógico para parecer
feliz en medio de tanto desastre.
Hoy mis líneas son de
desahogo, de quejas y de liberación. Nunca me ha gustado escribir sobre este
tipo de sentimientos, pero no hay un minuto que pase sin haber pensado: “Dios
mío, ¿cuándo va a terminar esta pesadilla? Hoy mis líneas son un ruego a
nuestro Señor. Hoy mis líneas son un reclamo, un mensaje intrínseco, un llamado
a la conciencia y a la lucha por salir adelante.
O somos un bloque, o somos los
pedazos de él. Pesamos más juntos que por separado.
Me quitaron mi niñez… Para
darme madurez.
Soy como un viejo encerrado en
un cuerpo de niño frágil, por ende, mi fortaleza está en lo que soy y no en lo
que parezco.
Y no me agrada la forma en la
que me salté el tiempo, pero agradezco a la vida porque de esta forma estaba
destinado mi aprendizaje.
Aconsejo no buscar la cohesión
entre párrafos, porque no la hay. Estas son solo algunas de las ideas que
acumula mi cabeza conectada a mi pecho.
CGRT.
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