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lunes, 30 de octubre de 2017

Moda actual: influencia en la juventud de hoy en día.

“No se trata de la talla que usas, se trata de cómo usas tu talla”
Edith Dohmen.
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          Encontré esa frase colada entre las redes sociales y me pareció interesante, suficiente como para explotarla y crear con ella un capítulo más de este blog, ya que es un tema lleno de puntos que van directo a la juventud. Bien sabrás que la moda siempre ha existido, y es normal. Simplemente, un grupo de personas en un tiempo y lugar determinado, posee ciertas usanzas o costumbres, ya sea al vestir, en la música, entre otras, y son éstas las que posteriormente se adoptan por el resto de la población. Hasta ahí, todo bien. El concepto permanece intacto, sin ningún tipo de variación. La problemática surge cuando lo que se sabe no es proporcional a lo que se hace.

            La moda es una característica muy propia de una época definida, por eso, usualmente decimos que aquellos que portan un traje formal, con pantalones cortos y medias blancas, en unos pies cuyo calzado son de estilo clásico, puntiagudos y mocasines de tonalidad marrón clara, son “anticuados”. Por lo tanto, quiere decir que en su momento vestir como Cantinflas era ir al paso de la corriente social, pero el concepto de moda va más allá de la forma en la que usas la ropa, o de los estilos que emplee el diseñador del momento.


Tenemos una variedad incontable de géneros musicales, gustos y preferencias, diseños de ropa, etcétera, cada uno de ellos adaptable completamente por el individuo para su satisfacción. Recordemos que lo mencionado va de la mano con la personalidad y sus aspectos conductuales y, por ende, no siempre vas a encontrar a alguien que posea gustos iguales a los tuyos. Muy probablemente tengas amigos que perciban el metal o el house como algo fascinante para sus oídos, mientras que a ti sólo te gusta el reggaetón o la bachata. Son descriptores altamente afianzados en el “cómo soy” de cada uno de nosotros. Ahora veamos cómo podemos dividir la moda en dos partes:

            Existe la moda definida por factores culturales, que es la que he venido describiendo a lo largo de este capítulo; está determinada por las costumbres propias de una población y se obtiene por la concentración de coincidencias en sus hábitos.

            Luego está la moda definida por la corriente social del momento. Usualmente suele ser la moda más dañina, debido a que en ella encuentras hábitos no muy éticos, pero que aun así es visto por la población como algo normal. En este tipo de moda, encontramos personas (generalmente chamos) que replican en sus vidas el modo de actuar de otros. Psicológicamente, esta conducta está asociada con una decadente autoestima, falta de personalidad o de aceptación por los demás.

            Lo más curioso e interesante de todo este meollo de cosas que he escrito, es que aún no he entrado en la cueva de los vicios. ¿Te suena familiar? ¡Bienvenido! Este es el paraíso de los faranduleros. Aquí encontrarás cosas como:

·         Fumadores de 15 años por moda (complejo de tubo de escape)
·         Perreo intenso (para mí eso es un acto sexual disimulado)
·         “Novio es novio y los demás con condón” (qué cosas, ¿no?)
·         Gente que habla, actúa e incluso piensa como malandro (porque vende más para las chamas)
·         Chicas que prefieren malandros en vez de gente seria y madura (porque les resulta “anticuado”)
·         Personas que eligen verse como un futuro delincuente en vez de ser visionarios empresarios estudiados y exitosos (porque debe ser que muchos actores o cantantes famosos llegaron a la cima gracias a un revólver)

Y la lista continúa.


            Pretender colocar un aviso de vuelta en “U” en los caminos de otras personas es equivalente a recoger agua del río para echarla en el mismo cauce, por lo tanto, la meta de este capítulo no es cambiar el rumbo de los pasos ajenos, sino de entender por qué existen sociedades donde la falta de concepto propio escasea y conlleva a una población específica a seguir el mal ejemplo que otros pueden estar dando, en vez de ser el motivo de superación de ellos mismos de forma individual, sin ningún tipo de dependencia. Adquirir la conciencia adecuada sobre el tema es parte de las decisiones personales de superación de cada individuo.

Volviendo al punto; ahora ya sabes que la consecución ordenada de personas que buscan aceptación, produce como respuesta la persecución de grupos sociales donde sean bien recibidos, y que generalmente estas pequeñas sectas suelen ser dañinas. Esto es una problemática que crece día a día, y que debemos combatir cuanto antes, ya que los efectos que causa sobre la sociedad son negativos, lentos y progresivos.

Ahora la pregunta del millón, ¿cómo lo hacemos?

            Para atacar el cáncer, debemos eliminar el tumor o las células malignas que lo causan. De lo contrario, aliviar los síntomas, como mucho generará más tiempo de vida, pero el sendero sigue siendo el mismo, y si lo llevamos a la realidad que este capítulo refleja, no es difícil hacer una relación: si la falta de personalidad produce la necesidad de adquirir la de otro individuo para ser aceptado en un grupo social, entonces, ¿qué debemos atacar? ¿Los grupos sociales? ¿El otro individuo? ¿Los vicios? ¡Felicidades! No has acertado ninguna.

            La raíz está en la crianza de los jóvenes. Desde pequeños, la educación en el núcleo familiar debe ser impartida de forma completa, eficaz, con el tiempo adecuado y las condiciones apropiadas, creando en el chamo una conciencia cuyos fundamentos sean los valores éticos y morales, modo que, durante el crecimiento y desarrollo de raciocinio del criado en cuestión, se establezca una personalidad con base en lo mencionado y con firmeza, que defina su huella como única en el camino de la vida. De esta manera atacas las células malignas.
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 Muchas madres emplean una frase muy cierta; si tu amigo el “suicida” se lanza por un barranco, ¿tú también lo haces? No hay mejor ejemplo que éste. No sigas otra voz que no sea la de la moral y la ética, la del camino del bien, la de tus padres que harían por ti lo que sea con tal de que seas feliz, la de tu abuela que te protege y construye tu camino con consejos útiles, la de tu familia entera. No sigas “modas” por buscar aceptaciones. Sé feliz porque te acepten por lo que eres, no por lo que aparentas ser. Así verás que quien te quiere, lo hará por tu esencia, no por un cigarrillo ni una moto.
En el capítulo anterior, mencionaba que tienes el poder de elegir lo que es bueno y lo que es malo para ti. Tampoco es difícil relacionarlo con este tema: tú eliges entre ser feliz o desgraciado. Aquí eliges qué es mejor seguir entre la ética y la corriente social. Una de ellas trae efectos negativos. ¿Puedes descifrar cuál es?

No lo digas. Internalízalo. Compútalo. Piénsalo. Luego, respóndete a ti mismo.


Madurar es comprender que los jóvenes de hoy día son los cimientos del mañana y, como tal, debes entender que formas parte de la sociedad, pero no te servirá como excusa para perseguir las corrientes sociales. Sé tú mismo (aunque otros quieran imponer comportamientos errados en ti), y con ello aprendes a tomar decisiones, porque tarde o temprano siempre volverás a lo que dicta el capítulo "sé feliz": “Tú decides permitir que las cosas te afecten, o no”.

"Nos reímos de la moda de ayer, pero nos emocionamos con la de antes de ayer, cuando está en vía de convertirse en la de mañana"
                                                                                    Marlene Dietrich
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Cíclico, ¿no? Pues bien, ahora te presento al síndrome de la loca personalidad. Con él debes de contagiarte; hazte conocer como alguien único, inigualable y alocado, que pueda ser identificado fácilmente entre muchos otros patrones de formas de ser, que te permita dejar una huella en las personas y que te haga sentir bien contigo mismo. De esa manera podrás dejar a un lado la necesidad impetuosa de seguir los pasos ajenos y, cómo no, convertirte en un ejemplo a seguir en los aspectos positivos de ti. 

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