“No se trata de la talla que usas, se trata de cómo
usas tu talla”
Edith Dohmen.
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Encontré
esa frase colada entre las redes sociales y me pareció interesante, suficiente
como para explotarla y crear con ella un capítulo más de este blog, ya que es
un tema lleno de puntos que van directo a la juventud. Bien sabrás que la moda
siempre ha existido, y es normal. Simplemente, un grupo de personas en un
tiempo y lugar determinado, posee ciertas usanzas o costumbres, ya sea al vestir,
en la música, entre otras, y son éstas las que posteriormente se adoptan por el
resto de la población. Hasta ahí, todo bien. El concepto permanece intacto, sin
ningún tipo de variación. La problemática surge cuando lo que se sabe no es
proporcional a lo que se hace.
La moda es una característica muy propia
de una época definida, por eso, usualmente decimos que aquellos que portan un
traje formal, con pantalones cortos y medias blancas, en unos pies cuyo calzado
son de estilo clásico, puntiagudos y mocasines de tonalidad marrón clara, son “anticuados”. Por lo tanto, quiere decir que en su
momento vestir como Cantinflas era ir
al paso de la corriente social, pero el concepto de moda va más allá de la forma en la que usas la ropa, o de los estilos
que emplee el diseñador del momento.
Tenemos una variedad incontable de géneros
musicales, gustos y preferencias, diseños de ropa, etcétera, cada uno de ellos
adaptable completamente por el individuo para su satisfacción. Recordemos que
lo mencionado va de la mano con la personalidad y sus aspectos conductuales y,
por ende, no siempre vas a encontrar a alguien que posea gustos iguales a los
tuyos. Muy probablemente tengas amigos que perciban el metal o el house como
algo fascinante para sus oídos, mientras que a ti sólo te gusta el reggaetón o la bachata. Son descriptores altamente afianzados en el “cómo soy” de cada uno
de nosotros. Ahora veamos cómo podemos
dividir la moda en dos partes:
Existe
la moda definida por factores culturales,
que es la que he venido describiendo a lo largo de este capítulo; está determinada
por las costumbres propias de una población y se obtiene por la concentración
de coincidencias en sus hábitos.
Luego
está la moda definida por la corriente social del momento. Usualmente suele ser la moda más dañina, debido a que en ella
encuentras hábitos no muy éticos, pero que aun así es visto por la población
como algo normal. En este tipo de
moda, encontramos personas (generalmente chamos)
que replican en sus vidas el modo de actuar de otros. Psicológicamente, esta conducta
está asociada con una decadente autoestima, falta de personalidad o de aceptación por los demás.
Lo
más curioso e interesante de todo este meollo de cosas que he escrito, es que
aún no he entrado en la cueva de los vicios. ¿Te suena familiar? ¡Bienvenido!
Este es el paraíso de los faranduleros. Aquí
encontrarás cosas como:
·
Fumadores
de 15 años por moda (complejo de tubo de escape)
·
Perreo intenso (para mí eso es un acto sexual disimulado)
·
“Novio
es novio y los demás con condón” (qué cosas, ¿no?)
·
Gente
que habla, actúa e incluso piensa como malandro
(porque vende más para las chamas)
·
Chicas
que prefieren malandros en vez de
gente seria y madura (porque les resulta “anticuado”)
·
Personas
que eligen verse como un futuro delincuente en vez de ser visionarios
empresarios estudiados y exitosos (porque debe ser que muchos actores o
cantantes famosos llegaron a la cima gracias a un revólver)
Y la lista
continúa.
Pretender colocar un aviso de vuelta en
“U” en los caminos de otras personas es equivalente a recoger agua del río para
echarla en el mismo cauce, por lo tanto, la meta de este capítulo no es cambiar
el rumbo de los pasos ajenos, sino de entender por qué existen sociedades donde
la falta de concepto propio escasea y conlleva a una población específica a
seguir el mal ejemplo que otros pueden estar dando, en vez de ser el motivo de
superación de ellos mismos de forma individual, sin ningún tipo de dependencia.
Adquirir la conciencia adecuada sobre el tema es parte de las decisiones
personales de superación de cada individuo.
Volviendo al punto; ahora ya sabes que la
consecución ordenada de personas que buscan aceptación, produce como respuesta
la persecución de grupos sociales donde sean bien recibidos, y que generalmente
estas pequeñas sectas suelen ser
dañinas. Esto es una problemática que crece día a día, y que debemos combatir
cuanto antes, ya que los efectos que causa sobre la sociedad son negativos,
lentos y progresivos.
Ahora
la pregunta del millón, ¿cómo lo hacemos?
Para
atacar el cáncer, debemos eliminar el tumor o las células malignas que lo
causan. De lo contrario, aliviar los síntomas, como mucho generará más tiempo
de vida, pero el sendero sigue siendo el mismo, y si lo llevamos a la realidad
que este capítulo refleja, no es difícil hacer una relación: si la falta de
personalidad produce la necesidad de adquirir la de otro individuo para ser
aceptado en un grupo social, entonces, ¿qué debemos atacar? ¿Los grupos
sociales? ¿El otro individuo? ¿Los vicios? ¡Felicidades! No has acertado
ninguna.
La
raíz está en la crianza de los jóvenes. Desde pequeños, la educación en el
núcleo familiar debe ser impartida de forma completa, eficaz, con el tiempo
adecuado y las condiciones apropiadas, creando en el chamo una conciencia cuyos fundamentos sean los valores éticos y
morales, modo que, durante el crecimiento y desarrollo de raciocinio del criado
en cuestión, se establezca una personalidad con base en lo mencionado y con
firmeza, que defina su huella como única en el camino de la vida. De esta manera
atacas las células malignas.
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Muchas
madres emplean una frase muy cierta; si
tu amigo el “suicida” se lanza por un barranco, ¿tú también lo haces? No
hay mejor ejemplo que éste. No sigas otra voz que no sea la de la moral y la
ética, la del camino del bien, la de tus padres que harían por ti lo que sea
con tal de que seas feliz, la de tu abuela que te protege y construye tu camino
con consejos útiles, la de tu familia entera. No sigas “modas” por buscar
aceptaciones. Sé feliz porque te acepten por lo que eres, no por lo que
aparentas ser. Así verás que quien te quiere, lo hará por tu esencia, no por un
cigarrillo ni una moto.
En el capítulo anterior, mencionaba que tienes
el poder de elegir lo que es bueno y lo que es malo para ti. Tampoco es difícil
relacionarlo con este tema: tú eliges entre ser feliz o desgraciado. Aquí
eliges qué es mejor seguir entre la ética y la corriente social. Una de ellas
trae efectos negativos. ¿Puedes descifrar cuál es?
No lo digas. Internalízalo. Compútalo.
Piénsalo. Luego, respóndete a ti mismo.
Madurar es comprender que los jóvenes de
hoy día son los cimientos del mañana y, como tal, debes entender que formas
parte de la sociedad, pero no te servirá como excusa para perseguir las
corrientes sociales. Sé tú mismo (aunque otros quieran imponer comportamientos
errados en ti), y con ello aprendes a tomar decisiones, porque tarde o temprano
siempre volverás a lo que dicta el capítulo "sé feliz": “Tú decides
permitir que las cosas te afecten, o no”.
"Nos reímos de la moda de ayer, pero
nos emocionamos con la de antes de ayer, cuando está en vía de convertirse en
la de mañana"
Marlene Dietrich
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Cíclico, ¿no? Pues bien, ahora te presento
al síndrome de la loca personalidad.
Con él debes de contagiarte; hazte conocer como alguien único, inigualable y alocado, que pueda ser identificado
fácilmente entre muchos otros patrones de formas de ser, que te permita dejar
una huella en las personas y que te haga sentir bien contigo mismo. De esa
manera podrás dejar a un lado la necesidad impetuosa de seguir los pasos ajenos
y, cómo no, convertirte en un ejemplo a seguir en los aspectos positivos de ti.
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